¡Quiero volver a trabajar!

A mi esto de hacer vacaciones siempre me ha planteado una serie de dudas. Definida la “vacación” como el descanso temporal en la actividad habitual, principalmente del trabajo remunerado o de los estudios y puntualizado el “descanso”, como la quietud o reposo en el trabajo, cabe discernir si lo que en realidad estoy haciendo son vacaciones u otra cosa que denomino como tal y si esa circunstancia merece más la pena disfrutarla que el trabajo.
Suelo aprovechar el período llamado “vacacional” para realizar un corto viaje que coincide con los primeros días de la interrupción laboral. En verano no cometo la temeridad de coger el avión no vayan a cancelarte el vuelo por una huelga de última hora, perderte las maletas o, lo que ya sería fatal, tener un accidente. O todo a la vez. Así que me desplazo con el coche y como el lapso de viaje es escaso, los quilómetros muchos y “hay tantas cosas que ver”, me pego unos madrugones impropios de un horario no laboral. Ahí ya empieza a quebrar el concepto de vacaciones. No hay día en todo este periplo que me haya levantado más allá de las nueve de la mañana, cuando lo propio sería hacerlo a la hora de comer pero, claro, “hay tantas cosas que ver” ¿Y las palizas que te das venga a caminar y caminar? Recuerdo un día que buscando el nacimiento del río Matarraña (en la comarca del mismo nombre, Teruel, que también existe, “una maravilla, oiga usted”) me pasé seis horas subiendo y bajando montañas, siguiendo el curso del río por senderos imposibles llenos de piedras de las de “ríete de las del riñón” y, para acabarlo de arreglar, poco hidratado y mal calzado. Segundo concepto que quiebra con el de mi trabajo habitual en el que mi despacho está en la planta baja, lo que me ahorra las escaladas y en el que bebo todo lo que me place. ¿Y las atrocidades al descanso que se perpetran con el consabido “hay tantas cosas que ver”?. Horas y horas pateándose calles adoquinadas, martirio de pies, moviendo la cabeza para un lado y otro, para no perderse “ni una piedra”, cargado con los utensilios de filmar y fotografiar porque, claro,“hay que enseñar por donde hemos ido a l@s amig@s” sino ¿quiere alguien decirme cómo alimentamos su envidia?. Tercer punto de fricción entre el sufrimiento vacacional y la bondad del trabajo. En éste procuro que mis movimientos se limiten al máximo, mi cabeza se centra en un punto concreto con lo que evito el daño cervical y no tengo nada que fotografiar para enseñar a mis amig@s, más que nada porque tod@s gozamos del mismo espectáculo. ¿Y qué deciros del calor? ¡A cuarenta grados a la sombra en Toledo y sin poder regular la atmósfera con el aire acondicionado como en el trabajo! Vamos que se entiende el porqué la gente sale a pasear por la ciudad a partir de la medianoche. Y claro, entre el acostarse tarde y levantarse pronto, el descanso no cumple ni de lejos, con el mínimo laboral establecido reglamentariamente.

Podría pensarse que todos esos inconvenientes del viaje finalizan cuando se llega al lugar ‘oficial’ de vacaciones, vamos, donde uno tiene la casita al lado de la playa. Craso error si se piensa que uno puede vaguear y dedicarse a la vida contemplativa mirando al cielo viendo pasar la migración de las golondrinas a partir del diez de agosto. Cuando se tiene una “apareada” (sic) en la playa y oficialmente se está de vacaciones, se ha de aprovechar para arreglar el jardín, hacer esas ‘pequeñas cosillas’ de bricolage en la casa, “claro, ahoraquetienesmastiempopuedesdedicarteaello” –por cierto, este año me tocó pintar el garaje, actividad que merece un artículo aparte- amén de dedicarte a las niñas (la mayor con el consabido “jet lag” desde que regresó de Ibiza y visible a las horas de comer y de desayunar cuando regresa de “diosabedonde” y, la pequeña, totalmente asilvestrada desde que nació) y a la familia en general (no entiendo porqué ya que está comprobado que, después del período vacacional, es cuando más rupturas matrimoniales se producen), a los saludables baños de mar (lleno de medusas), a los bucólicos atardeceres, a los grillados (de grillos) anocheceres, a las tormentas de verano, a las cenas a la luz de la Luna y de las velas que ahuyenten los dichosos mosquitos, a que tienes que preparar el barco para tratar de navegar en un Mediterráneo de tránsito peligrosísimo dada la cantidad de “tragamares” que circulan por él, a leerte todos los libros del mundo para que no te tilden de poco leído, a ver la “tele”, especialmente los programas del corazón ya que si no lo haces, corres el peligro de quedarte sin conversación en las tertulias ‘post-vacacionales’ con los amig@s, a hacer más deporte que en el gimnasio porque “novamosaperderelpastóninvertidoenelgimnasioenunmesdeinactividad”, a reventarte haciendo quilometrajes que no se deben, a la edad de uno, en bicicleta, en fin a dedicarte a todo aquello que se denomina erróneamente “vacaciones” y que tan alejadas están de la denominación de “descanso” que cita nuestra Real Academia de la Lengua Española y de la realidad de lo que deben ser. Y todo eso te cuesta, además, un pastón. Ahí quiebra el último principio de lo que deben ser unas vacaciones. El dineral que todo ese presunto “descanso” supone. Sin embargo por trabajar, te pagan.
En definitiva que he llegado a la conclusión que eso de las vacaciones es una tomadura de pelo y, por tanto, lo que hay que hacer es erradicarlas y dedicarse los doce meses del año a trabajar que es, de largo, mucho más descansado que el vacacionar. Cuando vuelva al trabajo el lunes, pensaré en todo ello y me sonreiré al ver lo insensatos que son todos aquellos que nos miran con cara de satisfacción porque empiezan sus vacaciones, mientras nosotros tendremos que esperar once meses para volver a “disfrutarlas”.
(NOTA: Este escrito está dentro del programa de autoconvenciomiento que me ha recomendado mi psiquiatra que siga para evitar la depresión que cada año me produce el tener que reintegrarme a mi actividad laboral)
19 comentarios
Para Kaleidoscopio, oficializando la catástrofe -
Para mariose hasta que no lo vea no se lo cree -
P.S. Atenta al próximo articulillo que igual pongo una foto en la que esté yo...
Kaleidoscopio -
La mary -
Si es que siempre escribo a toda leche y ya ves lo que me pasa con el vocabulario
mariose -
Pero es lo que pasa que no sabemos descansar o que el tiempo de descanso no es tal, sino que puede que como no nos da tiempo durante el resto de año, ponemos muchas espectativas a unos solos días y luego pasa lo que pasa.
¿estás muy morinito?
Quiero verloooooooo con mis ojitos.
¿hace una foto? si anda, papi ¿si?
Muackissss!
Para peorimposible, así me gusta, pidiendo ayuda -
Para daniela, entre mi gente -
P.S. Es bromaaaaaaaa ;-)
peorimposible -
daniela -
besitos
Para noemi, soluciones económicas para todo -
noemi -
Para Pléyades, esperadísimos reencuentros -
Para Noa-, con su pequeña duda -
Pléyades -
Reencuentro con filias y fobias, recuerdos y perspectivas, finales y comienzos, cajones que se cierran para etiquetar otros. Miradas hacia los interiores (propio y ajeno), desde nuestro lado más oscuro. En definitiva y a estas alturas... un otoño mas.
Noa- -
Es que yo hace tanto tiempo que no tengo vacaciones que ya no recuerdo ni eso.
Para daniela, con los ojazos en vigilia constante -
Me encanta la noche y la luz ténue, así que, bienvenidas las ráfagas... :-@
Para TERESA, veraneando con los plomez -
daniela -
rafagas de luz para ti,en la noche que se avecina :**
TERESA -
Pero lo peor fue antes de irme,que vino gente a casa y con el rollo de vivir cerca del mar, se quedaron unos dias...mas trabajo todavia.
TERESA